Polonia. Mons. Fisichella ha inaugurado el Congreso Eucarístico diocesano en Gliwice

15 marzo 2024

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udienza del Dicastero per l’Evangelizzazione con Papa Francesco

 

El sábado 23 y el domingo 24 de marzo de 2024, en la diócesis polaca de Gliwice, il pro-prefecto del Dicasterio, S.E. Mons. Rino Fisichella, se ha reunido con las Comunidades de la Nueva Evangelización y los representantes de la Comisión para la Nueva Evangelización de la Conferencia Episcopal polaca, con ocasión de la inauguración del Congreso Eucarístico diocesano.

 

El encuentro de dos días se ha abierto con la Santa Misa presidida por Mons. Fisichella el sábado por la tarde en la iglesia de Nuestra Señora de Częstochowa. «Evangelizar equivale a expresar el amor del Padre que se realiza en el misterio pascual de su Hijo. Ser testigos vivos de este amor nos lleva al encuentro con todos, sin excluir a nadie, para compartir con cada uno la alegría de nuestro encuentro con el Señor Resucitado», ha subrayado Mons. Fisichella durante la homilía, dirigiéndose a las Comunidades de la Nueva Evangelización de la Metrópolis de la Alta Silesia. «Debemos recordar a san Juan Pablo II en su primera visita a Cracovia, cuando en Nota Huta, viendo la cruz, dijo: “La nueva evangelización debe comenzar de aquí”. Vosotros sois fruto de esta profecía y tenéis la responsabilidad de mantenerla viva».

 

Abriendo el encuentro con los responsables de las Comunidades de la Nueva Evangelización, por la tarde, el pro-prefecto ha propuesto las palabras de San Pablo en la primera Carta a los Corintios: «Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados, y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos». El texto del apóstol, ha dicho Mons. Fisichella, «puede tomarse como la verdadera introducción a nuestras reflexiones. A la comunidad de Corinto, Pablo no hace más que transmitir lo que él mismo ha recibido. No hay otra alternativa para la fe. Lo que estamos llamados a creer implica que somos responsables de transmitirlo de manera viva y dinámica. Éste es el desafío que se plantea en la evangelización porque implica la capacidad de escuchar y la responsabilidad de anunciar. Este binomio va de la mano».

 

Mons. Fisichella también ha recordado que «se debe volver a lo que constituye el centro y fundamento de nuestra fe: el anuncio de la resurrección», en un mundo que continúa cambiando. «Hay dos elementos que se repiten como constantes: por una parte, la misión de la Iglesia en su anuncio del Evangelio y, por otra, el destinatario del anuncio: nuestro contemporáneo. Olvidar sólo uno de estos dos componentes o limitar el espacio a uno solo comportaría un desequilibrio que, de hecho, comprometería la misión de la comunidad creyente». Y en un tiempo en el cual «no sólo están cambiando los comportamientos, sino el concepto mismo que subyace a la visión del hombre y, por tanto, de toda la antropología que de ello se deriva», también la evangelización debe tomar conciencia de «este cambio cultural que afecta directamente la visión del hombre». El verdadero evangelizador, por tanto, «es aquel que sabe captar los signos de la presencia de Dios en la historia, donde cada uno vive, para saber discernir y poder transformar el mundo a la luz del Evangelio». El pro-prefecto también ha subrayado a los miembros de las Comunidades de la Nueva Evangelización otros dos aspectos importantes: la Palabra de Dios como «un espejo ante el que debemos reflexionar para ver la intensidad de nuestro compromiso y la coherencia de nuestra acción», y la profecía como «una dimensión propia de la acción evangelizadora».

 

El Domingo de Ramos, Mons. Fisichella se ha reunido con la Comisión para la Nueva Evangelización del Episcopado polaco y ha presidido la Santa Misa en la Catedral de Gliwice, con el obispo de la diócesis, S.E. Mons. Slawomir Oder, quien ha inaugurado el Congreso Eucarístico. Mons. Oder ha dado la bienvenida al pro-prefecto del Dicasterio recordando el Año de la Oración y el Jubileo de 2025.

 

Mons. Fisichella ha dedicado su homilía a una meditación sobre la Eucaristía, que es «la presencia de Cristo Resucitado en medio de su Iglesia», para que ella «siga siendo un anuncio eficaz de salvación para el mundo». En el cenáculo, el Jueves Santo «se revela el misterio del amor de Dios que no puede permanecer bajo el chantaje de la muerte, sino que la vence con la fuerza de la vida que, por la potencia del Padre, realiza la resurrección del Hijo». Este acontecimiento no queda relegado al pasado, sino que con el sacramento de la Eucaristía se hace presente cada día. La Eucaristía, de hecho, «es el testimonio de que Cristo permanece con nosotros para siempre y ama, ofreciendo el perdón de la reconciliación y la comunión de vida con el Padre». El gesto de “partir el pan” recuerda a hombres y mujeres que el Señor está presente. «Esta conciencia eucarística - ha concluido el Arzobispo - nos permite experimentar de una manera totalmente peculiar la cercanía, la presencia y la comunión con el Señor Jesús, verdadera esperanza de quienes creen en él».