“24 Horas para el Señor”. El Papa Francisco en San Pío V: “Dios nunca se cansa de perdonar”

9 marzo 2024

Print Mail Pdf

Foto: El Papa Francisco en la liturgia penitencial de “24 Horas para el Señor”

 

El viernes 8 de marzo, el Papa Francisco ha presidido la liturgia penitencial de “24 Horas para el Señor”, promovida por el Dicasterio para la Evangelización, en la parroquia romana de San Pío V. La iniciativa cuaresmal, que ha llegado a su undécima edición, también se ha celebrado el sábado 9 en las Diócesis de todo el mundo y ha adquirido un significado aún más fuerte en el Año dedicado a la oración.

 

El coro de la parroquia ha recibido al Papa en la iglesia con el Himno del Jubileo 2025 “Peregrinos de Esperanza”. “La vida nueva iniciada con el Bautismo - ha dicho el Santo Padre durante la homilía - es un camino. ¡Y en esto no hay jubilación! En este camino nadie se jubila, siempre se sigue adelante. Después de tantos pasos en el camino, tal vez hemos perdido de vista la vida santa que fluye dentro de nosotros: día tras día, inmersos en un ritmo repetitivo, ocupados en mil cosas, aturdidos por tantos mensajes, buscamos por todas partes satisfacciones y novedades. Buscamos estímulos y sensaciones positivas, pero olvidamos que ya hay una vida nueva que fluye dentro de nosotros y que, como brasas bajo las cenizas, espera arder e iluminarlo todo”.

 

Entre los aproximadamente mil fieles presentes en la iglesia, nueve han recibido el sacramento de la reconciliación directamente del Papa. Y durante más de una hora, el pro-prefecto del Dicasterio, S.E. Mons. Rino Fisichella, junto con otros 19 sacerdotes Misioneros de la Misericordia, han confesado a quienes deseaban recibir el sacramento del perdón.

 

“¿Cuál - ha proseguido el Papa - es el camino para volver a la senda de la vida nueva? Es el camino del perdón de Dios. Dios nunca se cansa de perdonar. El drama es que somos nosotros los que nos cansamos de pedirle perdón. El perdón divino hace precisamente esto: nos renueva. (...) El Señor quita las cenizas de las brasas del alma, limpia esas manchas interiores que nos impiden confiar en Dios, abrazar a nuestros hermanos y amarnos a nosotros mismos. Él perdona todo”.