Conferencia de prensa

Jubileo 2025

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Presentación del Logo Oficial del Jubileo

 

La celebración de un Jubileo ordinario requiere una preparación que lleva años por el compromiso que conlleva tal acontecimiento. En el momento en que el Papa abra la Puerta Santa de San Pedro, inaugurando oficialmente el Jubileo, y posteriormente las Puertas de las demás basílicas papales, los peregrinos se verán inmersos en una experiencia espiritual largamente esperada y estarán deseosos de vivirla de manera coherente con el significado que tiene el Jubileo. En estos años de preparación, es necesario dotar a las Iglesias particulares, esparcidas por el mundo, de instrumentos capaces de promover la pastoral para expresar lo mejor posible el impulso dinámico necesario para que el Jubileo sea un verdadero acontecimiento eclesial capaz de sostener la fe y ser un estímulo para la evangelización.

El Papa Francisco ha pedido que estos dos años que faltan para el Jubileo se centren en dos temas particulares.

El 2023 estará dedicado a repasar los temas fundamentales de las cuatro Constituciones conciliares para que la Iglesia respire de nuevo la enseñanza profunda y actual producida por el Vaticano II, cuyo 60° aniversario de su apertura se celebrará el 11 de octubre. Por eso, se están elaborando una serie de subsidios ligeros, escritos en un lenguaje cautivador, para que quien no recuerde el acontecimiento, tenga curiosidad y se adentre en el contenido del Concilio para descubrir el anhelo innovador que permitió a la Iglesia entrar con conciencia en el tercer milenio de su historia.

El 2024 será un año dedicado a la oración para crear un contexto favorable al Jubileo y permitir a los peregrinos prepararse para este acontecimiento, que es ante todo espiritual, de manera coherente y eficaz. Oportunamente, se anunciarán los eventos específicos que acompañarán estos dos años para tener un primer esquema preparatorio. Estos dos años sirven también para hacer de Roma e Italia una ciudad y un país que pueda volver a mostrar lo mejor de sí con su tradición hospitalaria que a lo largo de los siglos la ha convertido en una patria communis. Siento el deber de agradecer al Gobierno Italiano, con especial referencia al Ministro de Turismo, el Hble. Massimo Garavaglia, el Alcalde de Roma y Comisario del Jubileo, el Hble. Roberto Gualtieri, el Presidente de la Región de Lazio, el Hble. Nicola Zingaretti. Un agradecimiento a las diversas autoridades Administrativas y Asociaciones, en primer lugar, a la Fundación Roma en la persona de su Presidente Emérito, el Prof. Emmanuele Emanuele, por la gran atención que prestan al Jubileo y por la eficaz colaboración que desde hace varios meses se puso en marcha, conscientes de la importancia del evento y de su relevancia religiosa, cultural y social.

Cada Año Santo, en la historia de la Iglesia, adquiere todo su sentido cuando se inserta en el contexto histórico que vive la humanidad y especialmente cuando es capaz de leer los signos de las ansias y angustias unidas a las expectativas que la gente percibe. La fragilidad experimentada en estos últimos años, unida al miedo por la violencia de las guerras, no hace sino hacer paradójica la condición humana: por un lado, siente el poder de la técnica que determina los días de forma preponderante; por el otro, a menudo se encuentra incierta y confundida acerca de su futuro. De aquí surgió inmediatamente la urgencia de vivir el próximo Jubileo a la luz de la esperanza.

“Peregrinos de esperanza” es el lema elegido para este acontecimiento para expresar la necesidad de dar sentido al presente y así pueda ser propedéutico en un verdadero impulso hacia el futuro para reconocer y responder a los diversos desafíos que plantea el tiempo. El escenario simbólico del Jubileo, por tanto, bebe de la realidad en la que se inserta, capta sus colores y matices de sentido, habla el lenguaje del hombre contemporáneo e interpreta sus formas esenciales. Estamos dando los primeros pasos en la cultura digital. Las generaciones jóvenes son los hijos de este nuevo mundo que trae consigo perspectivas tan audaces que aún parecen ciencia ficción, junto con grandes límites que socavan las conquistas históricas de la verdad y la libertad creando un nuevo paradigma antropológico. El próximo Jubileo no puede dejar de entrar en esta cultura y por eso estamos estudiando cómo comunicar de manera efectiva y directa asumiendo los logros que la ciencia y la tecnología ponen en nuestras manos. Se deberá permitir que millones de usuarios se conviertan en peregrinos también a través de la tecnología digital y se muevan por los caminos captando la belleza y sacralidad del momento a través de la recepción de noticias que, si bien permiten recordar siglos de historia, aún obligan a permanecer enraizados en el presente con el compromiso que ello requiere.

Se evidencia en este contexto de gran valor simbólico, que la síntesis del concepto en una imagen representa una brújula a seguir y un común denominador expresivo capaz de permear de manera transversal todos los elementos que orbitan en torno a la celebración del evento jubilar. Por ello, definir el Logo oficial es una actividad primordial que es necesario realizar como premisa para introducir todas las demás. El Logo del Jubileo expresa la identidad y el tema espiritual peculiar, encerrando el significado teológico en torno al cual se desarrolla y se realiza este acontecimiento histórico.

A raíz de la carta del Papa Francisco en la que confiaba la organización del Jubileo a este Dicasterio, inmediatamente nos preocupamos por cómo proceder para crear el Logo. Se eligió involucrar a todos, sin distinción alguna, organizando un Concurso Internacional. Del 22 de febrero al 20 de mayo se dieron las indicaciones para participar con el propio diseño. En el concurso participaron estudiantes, estudios gráficos, institutos religiosos, profesionistas y estudiosos del arte que tuvieron que tratar el tema de la peregrinación y de la esperanza, ciertamente nada fácil de representar. Se recibieron 294 propuestas de 213 ciudades y 48 países diferentes. El rango de edad de los participantes fue de 6 a 83 años. De hecho, se han recibido muchos dibujos hechos a mano por niños de todo el mundo y fue realmente conmovedor revisar estos dibujos, fruto de la imaginación y la fe sencilla. Al evaluar los diversos proyectos, fue posible reconocer algunos elementos gráficos recurrentes: además de la presencia de la cruz como meta a alcanzar, se le dio mucho espacio al tema de la peregrinación, representada con huellas, senderos, calles, peregrinos en camino con su alforja y bastón… todos más o menos estilizados; ¡no faltaban botes o barcas con las velas desplegadas! Muchos han utilizado la metáfora de la luz que emana una estrella, un faro o una ventana abierta de par en par. Finalmente, no faltaron las imágenes de la concha, del árbol, de la llama, de la paloma y de las montañas. La vitalidad de los colores y el dinamismo unen muchas obras. En resumen, realmente no faltó imaginación y creatividad.

Estamos profundamente agradecidos con todos los participantes en el Concurso por haber invertido su tiempo y recursos para la realización de un proyecto original, realizado con imaginación e inteligencia comunicativa. Todos los proyectos fueron muy apreciados porque además de atestiguar la atención al evento, expresan una fotografía compuesta que retrata en perspectiva diferentes sensibilidades culturales que se manifiestan en torno a un mismo núcleo simbólico. Una vez finalizado el Concurso, se convocó a la Comisión de Evaluación con la tarea de valorar la idoneidad de los proyectos. La Comisión, formada por iconógrafos, diseñadores gráficos, expertos en arte y marcas, arquitectos y algunos párrocos, evaluó las propuestas según tres criterios: pastoral, para que el mensaje del Jubileo fuera fácilmente comprensible; técnico-gráfico, que garantice una buena ejecución gráfica para la reproducción; estética, para que el diseño quedara bien hecho y cautivador. Durante la fase de evaluación, las obras fueron evaluadas de forma anónima y caracterizadas solo por un número progresivo para no permitir el reconocimiento del Autor. En la audiencia que me concedió el Papa Francisco el 11 de junio, le presenté los tres proyectos finales para que eligiera el que más le impresionaba. La elección tampoco fue fácil para él: después de haber observado los proyectos varias veces y expresado su satisfacción, la elección recayó en la propuesta de Giacomo Travisani, a quien pronto le daré la palabra.

Sin embargo, me gustaría dar una primera lectura teológica del Logo para facilitar su recepción coherente. El Logo representa cuatro figuras estilizadas para indicar la humanidad que proviene de los cuatro puntos cardinales. Se abrazan, para indicar la solidaridad y fraternidad que debe unir a los pueblos. Se notará que el primero de la fila está aprehendido a la cruz. Es el signo no sólo de la fe que abraza, sino de la esperanza que nunca puede ser abandonada porque la necesitamos siempre y sobre todo en los momentos de mayor dificultad. Es útil observar las olas que están abajo y que están agitadas para indicar que la peregrinación de la vida no siempre se mueve en aguas tranquilas. Frecuentemente las vicisitudes personales y los acontecimientos del mundo imponen con mayor intensidad el llamado a la esperanza. Por eso hay que destacar la parte inferior de la Cruz que se prolonga en forma de ancla, que se impone al movimiento de las olas. Como sabemos, el ancla se ha utilizado a menudo como metáfora de la esperanza. El ancla de la esperanza, de hecho, es el nombre que recibe en el lenguaje de los marinos el ancla de reserva, utilizada por las embarcaciones para realizar maniobras de emergencia para estabilizar la barca durante las tormentas. No se debe pasar desapercibido que la imagen muestra cómo el camino del peregrino no es un hecho individual, sino comunitario, con la impronta de un dinamismo creciente que tiende cada vez más hacia la Cruz. La Cruz no es estática, sino también dinámica, se inclina hacia la humanidad, sale a su encuentro y no la deja sola, ofreciéndole la certeza de la presencia y la seguridad de la esperanza. Finalmente, se ve claramente, en color verde, el Lema del Jubileo 2025, Peregrinantes in Spem.

El Logo certifica oficialmente las iniciativas, los proyectos, las comunicaciones y los eventos que se propondrán para la preparación y celebración del Jubileo 2025.

En estos días se ha contactado a las 115 Conferencias Episcopales para que indiquen un representante que mantenga constante relación con el Dicasterio y viceversa. El Logo podrá ser utilizado por todas las comunidades de forma gratuita exclusivamente para las iniciativas de carácter pastoral sin fines de lucro. Mientras que el uso del Logo con fines comerciales a nivel nacional o internacional está sujeto a derechos de autor (copyright) y es administrado por el Dicasterio.

Después del verano, el sitio web oficial del Jubileo estará disponible con la app. correspondiente. Ambos representarán una herramienta para ayudar a los peregrinos a vivir mejor los eventos propuestos, facilitando la experiencia espiritual y cultural de la ciudad de Roma. De hecho, el portal del Jubileo contendrá, además de la importante Carta del Peregrino, noticias, notas históricas, información práctica, servicios y herramientas multimedia en diez idiomas y con un alto nivel de accesibilidad para personas con discapacidad, a servicio del peregrino.

Finalmente, es posible realizar una lista de Grandes eventos que, requieren desde ahora, una preparación específica porque se sumarán a los cotidianos y a los de cada diócesis. En torno a estas categorías se puede componer un primer esquema: Familias, Niños, Jóvenes, Movimientos y Asociaciones, Ancianos, Abuelos, Discapacitados, Deportes, Enfermos y Personal Sanitario, Universidades, Mundo del Trabajo, Coros, Cofradías, Sacerdotes, Consagrados, Católicos orientales, Catequistas, Pobres, Presos y otros muchos más, que responderán a las solicitudes y necesidades de las diversas categorías.

El calendario estará listo a finales de año para permitir a los peregrinos y organismos de referencia el tiempo adecuado para la organización.

Esperamos seguir contando con la misma colaboración eficaz y sobre todo vivir estos meses de preparación con el máximo entusiasmo que requiere un Jubileo dedicado a la Esperanza. Haciendo nuestras las palabras del Papa Francisco: “Debemos tener encendida la antorcha de la esperanza que nos ha sido donada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y ​​la certeza de mirar al futuro con ánimo abierto, el corazón confiado y una mente previsora. El próximo Jubileo podrá favorecer mucho la recomposición de un clima de esperanza y de confianza como signo de un renovado renacer del que todos sentimos la urgencia”.