Sub lumine fidei

Nueva colección Sub lumine fidei. La teología es la ciencia de la fe

La relación entre estos dos términos es la historia alterna de estos dos mil años de cristianismo. Sub lumine fidei es la indicación que proviene de Dei Verbum, cuando pide que la teología lea e interprete a la luz de la fe «toda la verdad contenida en el misterio de Cristo» (n. 24). 

En Él, de hecho, la historia personal y de la humanidad encuentran su cumplimiento y su síntesis. La colección tiene como objetivo recorrer este camino, presentando hombres e ideas que han marcado una etapa de la teología en su propósito de escrutar el misterio del hombre en el misterio de Cristo. La colección está compuesta por volúmenes escritos por S.E. Mons. Rino Fisichella y ha sido editada por Edizioni San Paolo.

«Lo que el mundo necesita». Esta expresión se repite varias veces en los escritos de Benedicto XVI. Los puntos firmes que quiso dejar como legado se concentran en la centralidad de Jesucristo, que nunca puede ser ofuscada por las vicisitudes históricas de la Iglesia; en el gran desafío de la evangelización que los cristianos están llamados a realizar con un estilo de vida coherente con el Evangelio; en el intento de encontrar los elementos positivos de la modernidad para resaltar una vez más la gran novedad de la fe cristiana.

Por eso fue también el gran defensor de Europa, para que no olvidara sus orígenes y la responsabilidad a la que está llamada. El hecho de que haya elegido el nombre de Benedicto, primer gran artífice de la evangelización, remite a esta visión clarividente capaz de mantener unidas la contemplación del amor y su irradiación en el mundo. Benedicto XVI nos dejó el 31 de diciembre de 2022, día en el que la Iglesia celebra la memoria del Papa San Silvestre, que es recordado por dos hechos: el primer Concilio, celebrado en Nicea en el año 325, del que surgió la profesión de fe sobre la divinidad de Jesucristo, y la condena de Arrio, que negaba la divinidad de Jesús.

Se puede decir que con Benedicto XVI concluye el testimonio directo de uno de los teólogos más comprometidos en el Concilio Vaticano II. De este gran teólogo y Papa, considerado por muchos un “Padre de la Iglesia”, mons. Fisichella, uno de sus más estrechos colaboradores, nos entrega en este volumen una síntesis única y original de su pensamiento.

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Juan Pablo I pasó a la historia como el “Papa de la sonrisa”. Junto a su sonrisa espontánea, que no era estudiada ni de circunstancias, también manifestaba otra cualidad preciosa: la sencillez.

Como ponen de relieve los numerosos testimonios de quienes lo conocieron, citados en este volumen, desde sus tiempos en el seminario, Albino Luciani había hecho de la sencillez evangélica un programa de vida al que no había renunciado ni como obispo de Vittorio Veneto ni como patriarca de Venecia, a pesar de ser un hombre de gran cultura y un refinado teólogo.

Pero fue sobre todo en sus 33 días de pontificado que el mundo entero tuvo la oportunidad de apreciar la sencillez de este Papa, particularmente durante las catequesis de los miércoles, en las que se dirigía a los fieles con un lenguaje sencillo y fuera de los rígidos esquemas protocolarios.

El entonces cardenal de Milán, Giovanni Colombo, dijo de él: «El nuevo Papa es un hombre mucho más culto de lo que deja ver. Su almacén está incomparablemente más abastecido que su vitrina».

También gracias a los recuerdos personales del autor, Ponente de la causa de beatificación de Albino Luciani, este libro nos permite experimentar de primera mano la humilde y sencilla santidad de este Papa que, a pesar de la brevedad de su pontificado, escribió una página importante de la historia de la Iglesia.

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El tema de la Tradición, hoy subestimado, es una de las referencias más importantes en la teología y en el Magisterio. Sin embargo, hay que reconocer que se trata de un concepto poco claro, sobre todo cuando se deben determinar sus contenidos.

¿En qué consiste la Tradición? ¿Cómo se interpreta? ¿En qué condiciones se puede modificar? Este volumen se propone responder a todas estas preguntas, que pertenecen a la vida cotidiana de la Iglesia, y tiene como objetivo proponer pautas para comprender cómo abordar la Tradición y cómo interpretarla.

Para el autor de este libro, una contribución significativa en este sentido es el Commonitorium de Vicente de Lerins, obra del siglo V, cuyo pensamiento esencial es que la Sagrada Escritura debe ser asimilada, leída e interpretada a la luz de la Tradición.

Esta profunda intuición, olvidada durante siglos, fue propuesta de nuevo por el Vaticano II en Dei Verbum, aunque hasta ahora ha sido sólo parcialmente comprendida y aplicada.

En cuanto hace eco del Evangelio del Verbo hecho carne, la Tradición, a pesar de su nombre, es lo más dinámico que puede existir, una realidad orientada siempre hacia el futuro en virtud de su inseparable vínculo con el pasado. Retomando un afortunado aforismo medieval, si hoy logramos ver más lejos y más profundamente es porque «somos como enanos sobre los hombros de los gigantes» que nos han precedido.

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En una época como la nuestra, caracterizada por una profunda crisis de sentido, por la fragmentariedad del saber, por la cultura digital, es necesario que la fe y la razón vuelvan a hablarse, sin pretensión de dominarse entre sí. De hecho, está en juego el conocimiento de la verdad, sin la cual la libertad del hombre es pura ilusión.

Pero ¿de qué manera deben volver a dialogar fe y razón? Esta es la cuestión fundamental ­– el nudo lignario – que se aborda en el volumen. En el largo recorrido histórico que ha marcado la relación entre fe y razón, y que el autor recorre en el texto, una etapa fundamental fue la publicación de la encíclica Fides et ratio de Juan Pablo II en 1998. Este importante documento del Magisterio, como lo demuestra claramente el volumen, quiso acompañar el camino en la búsqueda de la unidad del saber, tan querido por la tradición antigua y medieval, a la luz de la revelación de Dios. Abriéndose a la verdad de la revelación, la razón no queda excluida de la fe y ésta, si quiere corresponder a su naturaleza, no puede prescindir de la razón.

Fe y razón deben caminar juntas si quieren arrojar luz sobre esa única verdad que marca la apasionada búsqueda de sentido propia de cada persona. 

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Desde hace más de dos mil años, gracias a los sacerdotes, la Iglesia vive del mandamiento de Jesucristo de conmemorar su muerte y resurrección. Eucaristía y sacerdocio son, de hecho, el corazón de la fe cristiana. Por eso es necesario, como hace el autor en este volumen, contemplar con ojos siempre nuevos lo que podemos definir como el “misterio del altar”. Entre las muchas formulaciones con las que la Iglesia ha dado voz a su fe en la Eucaristía, la antigua expresión “pan de vida” sintetiza más que ninguna otra las reflexiones contenidas en el libro. Los dos términos se refieren a lo esencial que la mente capta para expresar el significado profundo de este misterio: el deseo de vida y el medio para alcanzarla. Como el profeta Elías, también los creyentes están llamados a alimentarse de un poco de pan para ser capaces de adentrarse en el desierto de la vida. Si esta llamada a dejarse sorprender siempre por el misterio eucarístico vale para todo creyente, a mayor razón debe ser reiterada para el sacerdote. El misterio que representa su vocación se vuelve comprensible sólo a la luz de la Eucaristía, don supremo que Cristo hizo de sí mismo a su Iglesia.

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«Nuestra palabra inicial se llama belleza». Con esta expresión, Hans Urs von Balthasar, único en su siglo, inició una verdadera revolución teológica. De hecho, en la que puede considerarse su obra más significativa, Gloria, recorrió el camino de la belleza como forma de revelación del amor trinitario. Redescubrir la profunda huella que dejó en la teología del siglo XX podría contribuir a un verdadero progreso del pensamiento más allá de todo esquema confesional. Este es el objetivo del presente volumen, en el que el autor, “discípulo” de von Balthasar, propone interesantes claves de lectura de toda la obra teológica de este «gran hijo de la Iglesia», como lo definió Juan Pablo II. Von Balthasar no hizo otra cosa que restablecer la larga y fecunda tradición patrística que se sumergía en el misterio a través de la meditación de la Sagrada Escritura. Sus obras expresan la riqueza de los dos Testamentos que se encuentra en el comentario de los Padres y los grandes Maestros. No solo la teología, sino la cultura en general puede encontrar en él un hito para comprender cómo un católico no deja nada inesperado al dar voz a su propia inteligencia y al saber componer una sinfonía con los más disparatados instrumentos.

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Presentar todo el magisterio de Juan Pablo II no es una empresa fácil. De hecho, a lo largo de sus casi veintisiete años de pontificado, este gran santo Papa dejó catorce Encíclicas y muchos otros documentos, compuestos por Exhortaciones apostólicas, Cartas, Motu proprio, catequesis y homilías... Este volumen propone por primera vez una síntesis clara y completa de las enseñanzas de Juan Pablo II. Lo hace esencialmente a partir de las Encíclicas que el autor, uno de los más estrechos colaboradores de Karol Wojtyla en ese entonces, relee desde una perspectiva original e interesante. Como bien expresa un verso, “Yo llevo tu nombre en mí”, de una de sus últimas obras poéticas, el Tríptico Romano, Juan Pablo II estaba convencido de que dentro de cada uno, creyente o no, hay una presencia familiar que suscita curiosidad, deseo, nostalgia... el nombre de Dios. Por eso siempre indicó a «Jesús como camino principal de la Iglesia y de cada hombre», porque Cristo es el hombre nuevo al que mirar. Un volumen que constituye una preciosa contribución para recorrer las etapas más sobresalientes del largo pontificado de Karol Wojtyla, en el que este santo Papa supo captar los grandes desafíos culturales y sociales del mundo contemporáneo.

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